Las fiestas




Recién llegados a Orejo y ya estamos invitados a las romerías de San Pedruco, en el pueblo de al lado. Enseguida un vecino nos anuda al cuello un pañuelo azul como el que él lleva para que no parezca que han llegado los turistas. Y después, a subir a la capilla a hacer el típico "toque de campana" y lograr ser definitivamente uno más. A partir de entonces, que no nos falte de nada: la cerveza, el chorizo, bailes folklóricos, un camión de helados, otro de chuches y souvenirs de recuerdo, el plato de paella vecinal, un vinito para alegrar el corazón... hasta una compañía de clown que toca jazz y nos hace reír aún más desde donde, unas horas antes, se había oficiado misa al patrón de las fiestas.  

Gracias, familia Gándara-Enales ;)

La hoguera es tu carta de presentación

Vamos a aclarar las cosas: En el pueblo no te respetan hasta que no has hecho una buena hoguera. Aprovechando que era la noche de San Juan decidimos hacer un guiño al vecindario prendiendo un buen fuego, siempre con mucho cuidado de tenerlo controlarlo (por suerte había estado lloviendo las jornadas anteriores y el terreno estaba muy húmedo). Y al día siguiente los vecinos estaban impresionados: esto arraiga más al pueblo que el empadronamiento (bueno, esto y tomarse unos blancos). Ya podemos decir que somos Orejanoides ;)